
RECORDAR ES VOLVER A VIVIR
Hola! Soy Caro, tengo 26 años y sí, tengo Anorexia. Mi TCA (Trastorno de conducta alimentaria) lo diagnosticaron oficialmente cuando tenía 13 años y desde entonces ha sido un ir y venir de intentos fallidos de recuperación. Al día de hoy he estado con 16 psicólogos, 6 psiquiatras, 4 nutriólogas, diversos ingresos hospitalarios, un psiquiátrico y una clínica de rehabilitación.
Estaba en secundaria cuanto mis conductas iniciaron y poco a poco se fueron intensificando hasta los 16 años en preparatoria, cuando por una sobredosis de anfetaminas y varios medicamentos para bajar de peso, mi cuerpo colapsó y tuve un pre paro cardiaco que me llevó al hospital en un estado delicado. A los pocos meses tuve mi segundo intento de suicidio nuevamente con medicamentos y un ingreso hospitalario.
Durante estos años intenté diversos tratamientos sin embargo nunca encontré alguno que pudiera ayudarme, pues eran psicólogos generales quienes no trataban mi TCA de manera adecuada.
A la edad de 17 años ingresé al Instituto Nacional de Psiquiatría donde me atendí por el TCA y TAG, de forma multidisciplinaria pero después de 4 años de tratamiento lo dejé al entrar a la universidad. Durante este periodo mantuve altas y bajas hasta el año 2017, donde empecé a tener una recaída severa en la que después de un fuerte ataque de pánico mi cuerpo colapsó y me tuvieron que dar RCP para poder reanimar mi cuerpo. Como consecuencia de esto entré a una clínica especializada en TCA donde estuve internada durante varias semanas pero lamentablemente tuve que interrumpir el tratamiento pues no podía seguir pagandolo.
Salí del internamiento y me mantuve por un año, regresé a mis actividades laborales y en 2019 tuve una recaída que me llevó a tomar mi último tratamiento ambulatorio donde afortunadamente me he mantenido estable por más tiempo.
Esta es la típica historia de la que hablamos muchas personas con un TCA, pero de lo que difícilmente hablamos es el verdadero sufrimiento que no solemos encontrar en los ingresos hospitalarios ni en las muchas ocasiones en las que nuestra vida corre peligro. El verdadero sufrimiento lo he encontrado en el sentirme sola durante este proceso, al perder relaciones, familia, amigos y pareja; el perder lo que más me apasiona pues he tenido que salir de varios empleos; el verdadero sufrimiento lo he encontrado en esos pensamientos que me han atormentado por días enteros sin parar y por sentir que esto no tiene solución.
Debo decir que nunca fui alguien que creyera en la recuperación, siempre dije que eso no existía y que era imposible recuperarse de un TCA, pero después de mucho luchar contra esa idea hoy reconozco que es totalmente posible vivir en un camino de amor y salud conmigo y con mi cuerpo.
Si hoy pudiera contar mi verdadera historia no hablaría de un TCA, hablaría de esas situaciones dolorosas que me han acompañado por mucho tiempo, hablaría de esos recuerdos que he encontrado y que me han atormentado por mucho tiempo. Hoy entiendo que hablar de mi TCA no es hablar de mi cuerpo ni de comida, es hablar de lo que me duele y de lo que me hace feliz, es simplemente hablar de mi.